miércoles, 1 de mayo de 2013


El riesgo para el cóndor se eleva


El cóndor es una especie en peligro de extinción y se ubica en el Apéndice I de la lista Cites, Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres. Es decir, comparte el primer lugar con otros animales como el elefante asiático, chimpancé y ballena jorobada. Además, dentro del ecosistema andino cumple una función de limpieza; por ser ave carroñera, come los animales muertos que quedan en el suelo y así evita, indirectamente, que surjan plagas. Esta breve información sigue siendo desconocida para un amplio porcentaje de la población. La prueba más clara está en la cacería y muerte de un cóndor ocurrida la semana pasada, en el Austro. Por eso Hernán Vargas, investigador y experto en cóndores, dice que la educación ambiental sigue siendo una falencia en el país. "Tal vez los comuneros matan porque no conocen, por ignorancia. Es evidente que falta una campaña fuerte para que se entienda por qué es importante esta especie". Francisco Prieto, de Aves y Conservación, sostiene una postura similar pero considera a la educación como un acompañamiento prioritario para el resto de procesos que se llevan a cabo para cuidar al cóndor. Para Prieto, el problema es mucho más complejo y parte del desconocimiento de la especie. "Creemos que sabemos datos sobre ella, pero en realidad no la conocemos, solo sabemos que está en el Escudo...". Prieto argumenta su opinión diciendo que en el país solo se han hecho tres censos, dos de ellos en los 90. Cree que no ha sido el mecanismo más adecuado porque estos se realizan en días y lugares específicos y no se puede tener una cifra certera con datos obtenidos de esta manera. Según el último censo en Ecuador, hay 50 cóndores que viven libres; pero Prieto insiste en que esa cifra debe ser corroborada y es necesario que se aplique un monitoreo. Dentro de la Estrategia Nacional de Conservación del Cóndor Andino, promovida por el Ministerio del Ambiente (MAE), se estipula que se contabiliza y se monitorea a estas aves dentro y fuera del Sistema Nacional de Áreas Protegidas. En la práctica, este monitoreo no se cumple a cabalidad. El Ministerio, Vargas, Prieto y otras fundaciones y organizaciones forman parte del Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino. Este colectivo se conformó precisamente para coordinar acciones y fortalecer los proyectos aislados que existían. Juan Manuel Carrión, director del Zoológico de Guayllabamba, cree que es un modelo que debería aplicarse para otras especies, y es una iniciativa interesante para la protección. Prieto, en cambio, considera que, como grupo, no existe un objetivo claro sobre cómo trabajar con la especie. Para él y para Vargas, el primer paso es ejecutar un monitoreo biológico, es decir una vigilancia constante en todo el país para conocer la población real. Esta responsabilidad no debería recaer solo en el MAE y los miembros del Grupo Cóndor sino en la ciudadanía, la cual también puede ayudar a contabilizar los individuos. El monitoreo es necesario para identificar las amenazas a las que se enfrentan. "Es necesario saber si el mayor problema es la caza, o la contaminación o la falta de alimentación o la destrucción del hábitat para así actuar sobre esos problemas puntuales", apunta Vargas. Otra acción que se podría llevar a cabo como parte de la estrategia es la reinserción de especies jóvenes. En el Zoológico de Guayllabamba, hay dos individuos -uno de 7 meses y otro de 2 años- que están aislados precisamente para luego ser parte de un proyecto de liberación. "Estos polluelos no deben tener contacto con los humanos para que, cuando se liberen, estén en las mismas condiciones que un cóndor que nació en la vida silvestre. El proceso puede tomar uno o dos años más, pero la idea es tener a estos individuos jóvenes y sanos en libertad", detalla Carrión. Lo ideal, explica Prieto, sería que estos y otros cóndores jóvenes pudiesen tener rastreadores satelitales, para así comenzar a obtener información para su preservación.

TOMADO DE: ELCOMERCIO.COM

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